El concepto de
intelectual según Gramsci
Por
Antonio Olivé
Rigor, coherencia,
complejidad y riqueza son adjetivos que le van bien a Gramsci. ¿Por qué? Porque
cada concepto, cada análisis que nos propone expresa la originalidad de un
pensamiento vivo, fecundo para la tradición del marxismo. El concepto de
intelectual orgánico (uno más) completado con el de intelectual tradicional
forman parte de los conceptos centrales del pensamiento del autor. Aquí vamos a
realizar una aproximación a ambos conceptos no sin llamar la atención de la
estrecha relación que guardan con otros como “el partido como intelectual
orgánico”, “la ideología” o el Estado, por citar algunos de ellos, y que
abordaremos en futuras entregas.
Cada clase social
fundamental tiende a crearse su propio grupo de intelectuales, que le da
homogeneidad y conciencia, en el terreno económico, pero también en el político
y el cultural.[1] Gramsci se pronuncia contra la falsa noción de la
independencia de los intelectuales, contra la asimilación de ellos a los
“hombres de letras”; relativiza la división entre “intelectuales” y “simples”,
y quiebra la individualidad del intelectual en la figura del “intelectual
colectivo” de la clase obrera. Plantea la extensión del concepto:
Por intelectuales es
preciso entender no sólo aquellas capas comúnmente designadas con esta
denominación, sino en general toda la masa social que ejerce funciones
organizativas en sentido lato, tanto en el campo de la producción como en el de
la cultura y en el político-administrativo [2]
Antonio Gramsci
delimita el concepto de intelectual en dos sentidos. El primero, de tipo
sociológico, consiste en definir a los intelectuales por el lugar y la función
que ocupan en el seno de una estructura social. A este tipo Gramsci lo denomina
orgánico. La segunda definición, de tipo histórico, consiste en determinar el
carácter de intelectual por el lugar y la función que ocupan en el seno de un
proceso histórico. A este segundo tipo, lo denomina tradicional. No se trata de
una contradicción, sino de una distinción metodológica,
Esta investigación
sobre la historia de los intelectuales no será de carácter “sociológico”, sino
que dará lugar a una serie de ensayos sobre la historia de la cultura
(Kulturgeschichte) y de la ciencia política. No obstante, me será difícil
evitar algunas formas esquemáticas y abstractas que recuerdan a las de la
sociología… [3]
A continuación Gramsci
procederá a distinguir a los intelectuales de los no-intelectuales. El criterio
de diferenciar entre trabajadores manuales y trabajadores intelectuales -a
diferencia de Marx- no convence a Gramsci por arbitrario, ya que todo trabajo
(incluso el más degradado, el más “taylorizado”) exige un mínimo de
conocimientos técnicos, al igual que cualquier trabajo intelectual precisa un
mínimo de actividad manual. Gramsci empleará otro criterio: el intelectual se
definirá por el lugar y por la función que ocupa en el conjunto de las
relaciones sociales.
Veamos un ejemplo: lo
que caracteriza al obrero no es el carácter manual de su trabajo, sino el ser,
en el modo de producción capitalista, no-propietario de los medios de
producción y productor de valor, es decir de plusvalía. Al igual, lo que
caracteriza al capitalista en tanto que capitalista no son las cualificaciones
intelectuales que pueda detentar sino su función en sí misma, es decir, ser
propietario de los medios de producción y acaparador de plusvalía.
Ahora bien, en la
medida que las personas utilizamos nuestra capacidad cerebral en mayor o menor
grado, todos podemos ser considerados como intelectuales. Pero no todos
ejercen, dice Gramsci, la función del intelectual
Todo grupo social que
surge sobre la base original de una función esencial en el mundo de la
producción económica, establece junto a él, orgánicamente, una o más capas
intelectuales, que le dan homogeneidad y conciencia de su propia función, no
sólo en el campo económico, sino también en el social y en el político… [4]
Grupo social que ejerce
una función esencial en el modo de producción quiere decir en el lenguaje carcelario
de Gramsci clase social.
Los intelectuales que
una clase crea en el curso de su progresivo desarrollo cumplen tareas que, la
mayor parte de las veces, son especializaciones de actividades intelectuales
implicadas por su origen en la función que ejerce esta clase por el lugar que
ésta ocupa en el modo de producción. En la sociedad capitalista, los
empresarios son también intelectuales, al menos en lo que incumbe a sus
funciones de organización y dirección:
Si no todos los
empresarios, por lo menos una elite de ellos debe tener capacidad para la
organización de la sociedad en general, en todo su complejo organismo de
servicios hasta la misma organización estatal, dada la necesidad de crear las
condiciones más favorables para la expansión de la propia clase, o como mínimo
debe poseer la capacidad para seleccionar “los encargados” (empleados
especializados) a los que se pueda confiar esa actividad organizativa de las
relaciones generales externas de la empresa.[5]
Los intelectuales son
pues, primeramente, los organizadores de la función económica de la clase a la
que están ligados orgánicamente.
Son también los
portadores de la función hegemónica que ejerce la clase dominante en la
sociedad civil. Trabajan en las diferentes organizaciones culturales (sistema
escolar, organismo de difusión –periódicos, revistas, radio-, etc.), y en los
partidos de la clase dominante, con el fin de asegurar el consentimiento
pasivo, si no el activo, de las clases dominadas en la dirección que la clase
dominante imprime a la sociedad.
Los intelectuales son
también los organizadores de la coerción que ejerce la clase dominante sobre
las otras clases por medio del Estado.
El intelectual tiene
también como función la de suscitar, en los miembros de su clase a la que está
vinculado orgánicamente, una toma de conciencia de su comunidad de intereses, y
la de provocar en el seno de esta clase una concepción del mundo homogénea y
autónoma. Esta función de homogeneización la ejerce el intelectual a dos
niveles: al nivel del saber y al nivel de la difusión.
A continuación vemos
los rasgos característicos de los intelectuales para Gramsci:
1) Los intelectuales
son los organizadores de la función económica de la clase a la que están
ligados orgánicamente
2) Los intelectuales
son también los portadores de la función hegemónica que ejerce la clase
dominante en la sociedad civil. Trabajan en las diferentes organizaciones
culturales (sistema escolar, organismos de difusión –periódicos, revistas…-) y
en los partidos de la clase dominante con el fin de asegurar el consentimiento
pasivo, si no el activo, de las clases dominadas en la dirección que la clase
dominante imprime a la sociedad.
3) Son, del mismo modo,
los organizadores de la coerción que ejerce la clase dominante sobre las otras
clases por medio del Estado.
4) El intelectual tiene
también como función la de suscitar, en los miembros de su clase a la que está
vinculado orgánicamente, una toma de conciencia de su comunidad de intereses, y
la de provocar en el seno de esta clase una concepción del mundo homogénea y
autónoma.
Cabe reiterar como ya
se indicó que no hay que pensar en una relación simétrica intelectuales =
hegemonía, ya que también se desempeñan en funciones de “dominio”, ligadas a la
coerción:
Los intelectuales son
los “empleados” del grupo dominante para el ejercicio de las funciones
subalternas de la hegemonía social y del gobierno político a saber: 1) del
“consenso” espontáneo que las grandes masas de la población dan a la dirección
impuesta a la vida social por el grupo fundamental dominante, consenso que
históricamente nace del prestigio (y por lo tanto de la confianza) que el grupo
dominante deriva de su posición y de su función en el mundo de la producción.
2) del aparato de coerción estatal que asegura “legalmente” la disciplina de
aquellos grupos que no “consienten” ni activa ni pasivamente, pero que está
preparado para toda la sociedad en previsión de los momentos de crisis en el
comando y en la dirección, casos en que no se da el consenso espontáneo.
La coerción ocupa un segundo
plano en las sociedades hegemónicas, pero puede pasar al primero en momentos de
crisis.
Los intelectuales se
hallan unidos orgánicamente a las clases sociales. Como el término orgánico
puede dejar comprender, los lazos que unen a los intelectuales con las clases
sociales proceden de las organizaciones en las que los intelectuales actúan.
El carácter orgánico
del intelectual depende, pues, de los lazos más o menos estrechos que unan a la
organización de la cual él es miembro con la clase que representa.
Se podría estimar lo
orgánico de las distintas capas de intelectuales, su mayor o menor conexión con
un grupo social básico, fijando una graduación de las funciones y de la
superestructura desde abajo hacia arriba, desde la base estructural hasta lo
alto[7]
Si bien los
intelectuales están “orgánicamente” ligados a las clases sociales, sin embargo
conservan cierta autonomía que depende, primeramente, de la especificidad de
sus funciones de organizador, de educador, de sabio y de “homogeneizador” de la
conciencia de clase a nivel económico, social y político. El carácter necesario
de sus funciones conlleva ya una cierta independencia.
Los tipos de
intelectuales que producen las diferentes clases sociales son los siguientes:
la clase dominante produce numerosos y variados intelectuales con el fin de
poder desempeñar su papel dominador y de dirección a todos los niveles de la
sociedad. La clase que aspira a conseguir el poder, según la fase histórica en
la que se encuentre y según el mayor o menor poder hegemónico de la clase
dominante, capas de intelectuales que puedan cubrir todas las funciones y que,
en los momentos de crisis política, ejerzan de hecho todas estas funciones. Las
demás clases producen habitualmente intelectuales para defender sus intereses
económico-corporativos y pueden, a veces, producir un cierto número de
intelectuales a nivel político.
El intelectual
tradicional
Gramsci no definió
nunca de manera precisa y definitiva el sentido y los límites del concepto de
intelectual tradicional. Sin embargo, concedió gran importancia a la distinción
entre intelectual orgánico y tradicional:
Como cuestión esencial
del problema se presenta la diferenciación entre intelectuales como categoría
orgánica de cada grupo social básico e intelectuales como categoría
tradicional, sobre cuya distinción emanan multitud de problemas y posibilidades
de investigación teórica [8]
O también,
La formación de los
intelectuales tradicionales es el problema histórico más interesante[9]
Cada grupo social
esencial, dice Gramsci,
al surgir en la
historia a partir de la estructura anterior y como expresión de un desarrollo
de ésta (de esta estructura), ha encontrado, al menos en la historia ocurrida
hasta el momento, categorías intelectuales preexistentes y que hasta parecían
representar una continuidad histórica ininterrumpida a pesar de los cambios más
complicados y radicales de las formas sociales y políticas
El concepto de
intelectual tradicional, que designa a los miembros de categorías
pre-existentes al desarrollo industrial capitalista, que se conservan a sí
mismas como “autónomas e independientes del grupo social dominante” y
sobreviven a la desaparición del modo de producción en el que han surgido, es
bastante preciso. Así, en el paso del modo de producción feudal al modo de
producción capitalista, designa con precisión al clero, y constituye un
instrumento de análisis para estudiar las luchas habidas entre los
intelectuales de la burguesía y los de la aristocracia.
En resumen, lo que
caracteriza a las capas de intelectuales tradicionales es: 1. Están
constituidas por los intelectuales orgánicamente ligados a una clase del modo
de producción anterior. 2. Están también integradas por los intelectuales que,
en el seno de un modo de producción, son o están ligados orgánicamente a las
clases desaparecidas o en vías de desaparición. 3. Al intelectual se le
denomina tradicional siempre en relación con una clase progresiva. 4. El
concepto de intelectual tradicional designa un objeto visto desde una
perspectiva histórica. Se funda en el análisis de las tendencias históricas de
las clases sociales. 5. Estos intelectuales segregan una ideología por la que
se presentan como independientes de las clases sociales y como representantes
de una continuidad histórica. 6. Esta ideología esconde su carácter de clase.
7. Enmascara, también, su posición de clase que puede variar con las diferentes
épocas históricas, pero que está siempre presente en todas sus actividades
intelectuales. 8. Esta ideología tiene una determinada eficacia política: a) da
a los intelectuales un sentimiento de solidaridad de casta y una cierta
cohesión; b) les impulsa a proporcionarse organizaciones relativamente
independientes de las clases dominantes; c) justifica lo que les permite su
mayor o menor grado de autonomía: la defensa de sus intereses de casta,
primordialmente cuando esta defensa le conduce a la oposición a alguna decisión
de las clases dominantes; d) sirve, finalmente, para ocultar sus posiciones de
clase, para mixtificar a las clases sobre las que ejercen su hegemonía. 9. La
subordinación, o mejor dicho, la asimilación de los intelectuales tradicionales
por los intelectuales orgánicos de la clase dominante es directamente
proporcional, por una parte, a la fuerza de los caracteres orgánicos y progresivos
de esta clase y, por otra, a la debilidad de la organización de los
intelectuales tradicionales.
[1] Gramsci, A.: La
formación… pág. 9
[2] Cuadernos, V, p.
412
[3] Gramsci, A.: La
formación de los intelectuales. México, Grijalbo, 1967.
[4] Gramsci, A.: La
formación… pág. 21
[5] Gramsci, A.: La
formación… pág. 10
[6] Gramsci, A.: La
formación… pág. 9
[7] Gramsci, A.: La
formación… pág. 30
[8] Gramsci, A.: La
formación… pág. 34
[9] Gramsci, A.: La
formación… pág. 36
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