Reseña de “Reivindicando El capital de Marx. Una refutación del mito de su incoherencia” de Andrew Kliman
Por: Alfonso Fernández Bustos
Al comienzo de la actual
pandemia, los mercados bursátiles cayeron hasta un 30% en el espacio de pocas
semanas e hicieron saltar las alarmas mediáticas ante lo que se podría
convertir, de nuevo, en una inminente crisis económica mundial. Así el
Covid-19, al igual que el colapso financiero global que desencadenó la Gran
Recesión de 2008-2009, se convierte en el producto ideológico que enmascararía
una muy posible causa endógena que explicaría la permanente recurrencia a la
crisis; pues la economía capitalista ya no avanzaba a un ritmo acelerado antes
de la pandemia. De hecho, en las llamadas economías emergentes más grandes y en
la mayoría de las principales, el crecimiento y la inversión se había
ralentizado y la rentabilidad del capital estaba cerca del mínimo de posguerra.
Por tanto, la pandemia solo ha sido la gota que colmó el vaso ante los
problemas de valorización que el capital ya venía sosteniendo. Pero, ¿si
la pandemia no explica este actual «retroceso» de la economía mundial, ¿qué lo
explica?; ¿por qué la rentabilidad y la inversión descendió mucho antes de la
pandemia del Covid-19?; ¿existe otra visión alternativa coherente, aplicando
este caso concreto, que pueda explicar a qué se debe esa recurrente tendencia a
la caída de la rentabilidad en el modo de producción capitalista que
desencadena la crisis económica?
Para no demorarnos demasiado
sobre este aspecto, concluimos que la respuesta es afirmativa: la ley
del valor-trabajo (TVT) y, en relación a esta, la ley del
descenso tendencial de la tasa de ganancia (LDTTG), expuestas y
desarrolladas por Karl Marx en su obra El capital, explicaría cómo
los aumentos de la productividad en el capitalismo, que tendría como
consecuencia la devaluación de las mercancías, incluyendo los medios de
producción, hacen surgir una tendencia a que la tasa de ganancia descienda,
provocando que sólo pueda ser superada mediante la crisis (volveremos sobre
este punto más adelante). Sin embargo, El capital ha sido
desde su concepción objetivo de innumerables críticas infundadas, incluso
convertido hoy en día por muchos en una mera obra descriptiva y metafísica de
la historia del capitalismo o la forma concreta que este adoptó en el siglo
XIX. De esta manera, «Marx se transforma en un icono que dijo muy poco
distintivo y nada que sea “amenazador”» (Kliman, 2017) y El
capital, por consiguiente, se relega a un segundo plano, abandonando
descarada y, a veces, concienzuda e interesadamente el carácter teórico-abstracto de
la obra, donde el objeto de investigación son las relaciones fundamentales que
definen el capitalismo en cuanto tal y lo distinguen de otros sistema sociales
anteriores, y no una burda descripción fenoménica de, por ejemplo, la
Inglaterra industrial en tiempos de Marx.
Por otro lado, distintos
autores, en su mayoría economistas -aunque también sociólogos, antropólogos,
filósofos o historiadores guiados por los argumentos de los primeros-, han
pretendido demostrar las eventuales incoherencias internas que padece El
capital de Marx. Por ende, durante los últimos cien años varios
economistas burgueses han afirmado que la teoría del valor trabajo de Marx y su
aplicación para comprender la dinámica del capitalismo es inconsistente y/o
errónea. Además, estas «réplicas» apelando a una supuesta
incoherencia/error de El capital no solo ha penetrado en la
economía convencional; sino que, incluso, en muchos economistas,
sociólogos o filósofos que se reclaman marxistas, como Paul Sweezy, Erik Olin
Wright o Gerald A. Cohen, respectivamente.
Pero si hemos insistido
brevemente en mostrar la acusación de una supuesta incoherencia en El
capital, es para presentar la aportación indudable que realiza Andrew
Kliman en su libro “Reivindicando El capital de Marx. Una
refutación al mito de su incoherencia” (recién traducido al español y
editado por El Viejo Topo), para desmentir las hipotéticas contradicciones
internas teóricas de Marx.
El mito de la incoherencia
de El capital
El primero de los aspectos
centrales de Reivindicando El capital de Marx, obra a la que Andrew
Kliman ha dedicado años de trabajo y diálogos con economistas como Alan Freeman
o Ted McGlone, no puede ser otro -de ahí nuestra concisa exposición anterior-
que la crítica a la tan estandarizada afirmación académica de que “Marx
se olvidó de transformar los precios de los insumos” -es decir, el
llamado «problema de la transformación»-; que vendría a exponer que en el Tomo
III de El capital, Marx comete el fatídico error de no
transformar a precios de producción los valores de los insumos (capital
constante y capital variable). Esto convertiría como lógicamente contradictorio
el planteo de El capital, ya que los outputs (productos) no podrían
establecerse en precios de producción y los inputs (insumos) en valores.
Uno de los pioneros en
iniciar una conjetura contra El capital de Marx es
Böhm-Bawerk, autor de la Escuela Austriaca de economía, que creyó en su libro
de 1896 haber descubierto el nudo gordiano del «problema» en el que incide
Marx; pues, según el autor liberal, Marx incurre en un error insalvable entre
lo que dice en el Tomo I y el Tomo III de El capital. A juicio
de Böhm-Bawerk, el autor alemán afirma que las mercancías se venden por su
valor para luego, en el tomo III, decir que se venden por su precio de
producción. Por consiguiente, el austrohúngaro se obsesiona con desordenar la
relación entre precio -expresión monetaria del valor- y valor,
y en reducir este último a su magnitud, llegando a afirmar en reiteradas
ocasiones, por activa y por pasiva, que Marx comenzó diciendo que “las
mercancías tienden a venderse a sus valores”, para pasar a decir después que
“las mercancías no tienden a venderse a sus valores”. No obstante, Böhm-Bawerk
solo tendría que haber leído, si no es demasiado pedir, el capítulo IX de El
capital sin detenerse interesadamente (como sí que hizo) en el aviso
de Marx a que “se supone, en efecto, que los precios = los valores”;
pues consecuentemente después, el autor de El capital, continúa
señalando, como nota aclaratoria para algún que otro despistado, que “en
el libro tercero veremos que esa equiparación no se aplica tan sencillamente ni
siquiera en el caso de los precios medios”
Asimismo, la crítica de
Böhm-Bawerk empobreció el lenguaje y la exposición de Marx, restándole su
preciado y necesario contenido categorial filosófico e incidiendo en aquello
que sentenciaba Kant: “las intuiciones sin conceptos son ciegas”. El
economista austrohúngaro, al igual que muchos más, menospreciaron la dialéctica
de Marx y la consideraron como el vulgar envoltorio del caramelo que querían
masticar y escupir, terminando por interpretar un espejismo en el vasto
universo de El capital. Por esta razón, y sirviéndose de citas y
extractos de la obra de Marx fuera de contexto, Böhm-Bawerk acabó diciendo lo
que dijo porque así lo quiso desde el principio, sin más.
Por su parte, años más tarde,
el economista estadounidense Paul Sweezy, sedicente de la teoría de Marx,
comulgó con ruedas de molino -al recuperar e introducir en Occidente los
documentos del economista ruso Ladislaus Bortkiewicz en 1949- con la idea de que,
en realidad, el autor alemán de El capital no cometía un
«error insalvable» como señalaba Böhm-Bawerk; sino que su exposición adolecía
de incoherencias lógicas internas. Por tanto, para aclaraciones posteriores, el
mito del «problema de la transformación» no surge en 1893 con la publicación
del Tomo III de El capital, sino con las críticas realizadas en
primer lugar por Böhm-Bawerk en 1896 y, sobre todo, por aquella que realiza
Bortkiewicz en 1907 -que, aunque relacionadas, hay razones suficientes, como así
expone Andrew Kliman, para no ser confundidas-.
En efecto, la crítica de
Bortkiewicz –“la justificación más citada para rechazar la teoría de Marx en
el último siglo”- mantuvo que la solución a la «cuestión de la
transformación» es asumir la incoherencia desde el punto de vista lógico
de El capital. Afirmó que Marx había calculado el capital constante
y el capital variable en términos de valor, mientras que la mercancía
resultante se valoraba por el precio de producción. En consecuencia, sostuvo
que el pensador de Tréveris situaba el valor en un nivel de su propia teoría y
el precio en otro, concluyendo en que había fallado al conectar ambos.
Bortkiewicz, por tanto, sentencia que el alemán “falla en mantener
separados con suficiente rigurosidad los dos principios del cálculo de valores
y precios” (Bortkiewicz, 1971). A partir de esto, se sostuvo también
que la tasa de ganancia cambia con la transformación de valores a precios, de
manera que en Marx habría dos tasas de ganancia: la tasa determinada con los
precios de producción, y la determinada con los valores.
Bortkiewicz argumentó que el
error de Marx consiste en que la determinación sucesiva provoca que la
reproducción simple no se dé; es decir, la reproducción de la economía se vería
interrumpida porque los valores totales no coinciden con los precios totales.
Así, Bortkiewicz demostró presuntamente que el método de Marx es contradictorio
en sí mismo y que la única forma de corregirlo es cambiando su metodología
sucesiva por una simultánea de sistema dual, aun cuando las conclusiones de
Marx se modifiquen. En definitiva, el error consiste, según Bortkiewicz y demás
corrientes fisicalistas-simultaneístas, en que las mercancías producidas son
evaluadas a su precio de producción y las mercancías utilizadas a su valor.
Aunque volveremos concisamente
sobre ella, la determinación simultánea de los precios de producción se puede
resumir en un fragmento escrito por Paul Sweezy, que recibió entusiasmado las
«correcciones» artificiosas de Bortkiewicz:
En su esquema del precio, los
desembolsos de los capitalistas en capital constante y en capital variable
quedan exactamente como estaban en el esquema del valor; en otras palabras, el
capital constante y el capital variable, empleados en la producción, se siguen
expresando en términos de valor. Las producciones totales, por otra parte, se
expresan en términos del precio. Ahora bien, es obvio que en un sistema en que
el cálculo del precio es general, tanto el capital empleado en la producción
como el producto mismo deben expresarse en términos de precio. El
inconveniente está en que Marx sólo anduvo la mitad del camino en la
transformación de los valores en precios de producción. No hay por qué́
sorprenderse de que tal procedimiento conduzca a resultados contradictorios
(Sweezy, 1945; 128).
Más tarde, en la década de
1970, la mayoría de los académicos pretendidamente marxistas aceptaron los
argumentos de Piero Sraffa -influenciado por la crítica de Bortkiewicz- que
sostienen la redundancia del valor; teorizando, en consecuencia, todas las
variables económicas (tasa de ganancia, precios, etc.) sin necesidad de la
teoría del valor. La corriente de Sraffa, también llamada neo-ricardiana,
considera que puede explicarse la economía con un sistema donde unas máquinas
producen réplicas suyas; es decir, en el que el trabajo vivo para la producción
puede no ser indispensable, ya que “el trabajo vivo desempeñado por el
trabajador no es diferente a las demás mercancías”. Además, “el teorema
marxiano fundamental, dado a ampliamente a conocer por Morishima (1973) también
ayudó a consolidar la victoria del sraffismo” (Kliman, 2020; 86).
De esta manera, el trabajo de
Andrew Kliman demuestra en consecuencia que todas estas corrientes, que
pretenden demostrar la incoherencia lógica de El capital, sostienen
una interpretación simultánea, lo que se traduce en que tanto el valor del
producto que se utiliza para producir, como el valor del producto obtenido
después del proceso de producción se determinan simultáneamente (el producto
final tiene el mismo valor que el medio de producción). Además, Kliman constata
que toda determinación simultánea infiere irremediablemente en el fisicalismo
-como se puede observar sin mayor esfuerzo en la exposición de Sraffa- que
comprende la determinación del valor por la cantidad de producto físico, y no
por el tiempo de trabajo; por ende, el valor generado aumenta porque así lo
hace el producto físico, sin tomar en cuenta el cambio en el tiempo de trabajo
socialmente necesario, y contradiciendo, en definitiva, la ley del valor de
Marx.
El trabajo de Kliman, Reivindicando
El capital de Marx, confirma que la determinación simultánea introduce
fundamentos ajenos a la teoría marxista; ya que, claramente, Marx no empleó
premisas simultaneístas. De modo que la incoherencia lógica alegada se debe a
que la interpretación simultánea altera y pone «patas arriba» los supuestos del
procedimiento de Marx, concluyendo artificiosamente que los resultados del
alemán son contradictorios. Es por esto que, en consecuencia, todas las
corrientes que sostienen la determinación simultánea, sin importar su origen,
sus intenciones, o su “apego” a las palabras de Marx, concluyen (consciente o
inconscientemente) que la teoría del valor es innecesaria (redundante), que
Marx fue inconsistente al explicar la determinación de los precios (el famoso
“problema” de la transformación), que el plustrabajo no es la única fuente de
plusvalor (ganancia) y que Marx se contradice porque la tasa de ganancia tiende
a subir y no a bajar cuando se ahorra trabajo vivo por incrementos en las
fuerzas productivas (Hdez. Solorza y Deitha Mon, 2015; 5).
De este modo, el Teorema de
Okishio, partiendo también de premisas externas a las planteadas por Marx,
pretende probar que los supuestos de la Ley del descenso tendencial de la tasa
de ganancia (LDTTG) son lógicamente inválidos, y aunque el teorema no niega que
pueda caer la tasa de ganancia, sí que dice que las premisas que aplica Marx no
pueden explicar correctamente porqué sucede tal descenso.
La presentación que realiza
Marx sobre la LDTTG es, hasta cierto punto, sencilla y fácil de comprender: el
pensador alemán parte del supuesto de que la tasa de plusvalía es constante,
que la composición orgánica de capital es creciente a lo largo del proceso de
acumulación y expansión capitalista, concluyendo finalmente que existe una
tendencia por la que la tasa general de ganancia desciende; en otras
palabras, esto es fácilmente comprensible si tenemos en consideración
que la masa de plusvalía depende del número de trabajadores, dada la tasa de explotación,
y que la tasa de ganancia debe ser calculada en relación al capital total. Una composición
orgánica creciente, que exprese la elevación de la proporción entre el volumen
de los medios de producción y la cantidad de trabajo vivo, sólo puede tener
como consecuencia la reducción de la tasa de ganancia (Carcanholo, 2013; 3).
Marx declaró que la LDTTG es
la primera “ley” para explicar la tendencia de manera satisfactoria y repetidamente
dijo que es “la ley más importante” de la economía política, la solución del
rompecabezas central alrededor del cual “toda la economía política desde Adam
Smith lleva dando vueltas”. “La progresiva tendencia para que caiga la tasa de
ganancia es simplemente la expresión, peculiar al modo capitalista de producción,
del desarrollo progresivo de la productividad social del trabajo” (El capital.
Tomo III, Marx). En otras palabras, la productividad creciente tiende a
deprimir la tasa de ganancia; es decir, los resultados de continuos aumentos en
la productividad física sobre la tasa de plusvalía son cada vez más limitados.
Por tanto, la tendencia a la caída de la ganancia obedece a un aumento de la
productividad que supone, a su vez, dificultades crecientes de valorización y
no, por el contrario, a un hipotético descenso de la productividad:
La tasa de ganancia no
disminuye porque el trabajo se haga más improductivo, sino porque se torna más
productivo. Ambas cosas, tanto el aumento en la tasa del plusvalor como la baja
en la tasa de ganancia, sólo son formas particulares mediante las cuales se
expresa en el modo capitalista de producción la creciente productividad del
trabajo (Marx, 2011; 307).
Su marcado carácter tendencial
hace hincapié en que eventualmente «la presión a la baja» puede ser
contrarrestada; esto es, por ejemplo, que la elevación de la composición orgánica
del capital puede no materializarse y, además, el menor valor de los bienes de
consumo, al reducir el valor de la fuerza de trabajo e incrementar la tasa de
explotación, puede compensar la eventual elevación de la composición orgánica
del capital en su efecto sobre la tasa de ganancia. Por supuesto, Marx
contempla esas y otras contratendencias, añadiendo que “las más generalizadas
son” la reducción de los salarios; la sobrepoblación relativa; el comercio
exterior o el aumento del capital accionario. No obstante, como aclara Kliman
en la obra que nos ocupamos:
En suma, aunque la tendencia
al descenso de la tasa de ganancia es “constantemente…superada”, la tendencia
no queda anulada. Hace sentir su presencia, puesto que solo “se supera mediante
la crisis”. Las crisis económicas recurrentes, y no una tendencia al descenso de
la tasa de ganancia en el largo plazo, es lo que predice en realidad la teoría
de Marx. (Kliman, 2020; 57)
Estos supuestos de la LDTTG
tienen implicaciones políticas revolucionarias, ya que la ley verifica la
agudización de las dificultades en el proceso de valorización, lo cual
significa que las crisis económicas nacen de la contradicción interna e
inherente al modo de producción capitalista: “los capitalistas «matan la
gallina de los huevos de oro»”.
Sin embargo, la LDTTG de Marx
contradice la lógica formal de aquellos, especialmente fisicalistas, para los
que intuitivamente es contradictorio el hecho de que productividad creciente =
descenso tendencial de la tasa de ganancia (A≠No-A/ creciente≠descenso). Para
el sentido común de Okishio (o Dmitriev antes que él), un aumento de la
productividad es sinónimo de un aumento en la rentabilidad; pero esto es así,
tal como demuestra Kliman, solo si nos servimos de la valoración simultánea
para llegar a conclusiones fisicalistas. En conclusión, el Teorema de Okishio
solo se sostiene si la problemática se «piensa» en términos de valor de uso
(fisicalismo) y no de valor.
“Caben diversas
interpretaciones de Marx, pero no cualquier interpretación es válida”
En suma, en mayor o menor medida, todas las interpretaciones que concluyentemente afirman que El capital de Marx adolece de incoherencias lógicas internas han sostenido y valorado los insumos y los productos de forma simultánea, esto es, alegando que los insumos que se introducen en la producción y los productos que surgen con posterioridad deben tener los mismos valores o precios; han planteado los problemas en términos de las propiedades de estados de equilibrio estático y han inferido insalvablemente en el fisicalismo. Por tanto, cuando la teoría de Marx se interpreta en términos simultaneístas cualesquiera de sus supuestos se convierten en contradictorios.
Andrew Kliman en Reivindicando
El capital de Marx. Una refutación al mito de su incoherencia, evidencia
y da sentido a aquella frase formulada por el filósofo español Felipe Martínez
Marzoa: “caben diversas interpretaciones de Marx, pero no cualquier
interpretación es valida”; pues el trabajo de Kliman se fundamenta precisamente
en reclamar las teorías económicas de Marx, mostrando que un estudio adecuado
de El capital revela una teoría coherente y unas conclusiones
lógicas fundamentadas en la ley del valor. En definitiva, Andrew Kliman
desmonta el mito de las supuestas contradicciones internas atribuidas por
la interpretación fisicalista-simultaneísta, que juzgan a Marx por lo que nunca
enunció, ya que no existe una interpretación de la teoría del valor de
Marx que concilia esas contradicciones aparentes (Kliman, 2020; 18).
Por tanto, para Andrew Kliman
basta con realizar una interpretación adecuada para que todas esas supuestas
contradicciones en las teorías de Marx se desvanezcan. Así en la década de los
80’, diversos autores marxistas, entre los que se incluyen Alan Freeman,
Guglielmo Carchedi, Ted McGlone y el propio Andrew Kliman, que no se
atiborraron de las artificiosas y distorsionadas conclusiones de la
interpretación simultánea, ofrecieron la llamada Interpretación de Sistema
Único Temporal (TSSI).
Aunque en Reivindicando
El capital de Marx, Andrew Kliman explica con elocuente riqueza argumentativa
la TSSI, se puede decir que esta “coloca las piezas en su posición original”,
aclarando, ni más ni menos, que “Marx no planteó los problemas en
términos de las propiedades de estados de equilibrio estático, y por tanto, no
tenía necesidad alguna de valorar los insumos y los productos de forma
simultánea” (Kliman, 2020; 31) . Si valoramos de forma temporal los
valores y los precios, tal como hizo Marx, de modo que los precios de los
insumos y los productos pueden diferir, y consideramos toda la teoría económica
marxista bajo un solo sistema (sistema único), en el que los valores y los
precios se determinan entre sí de forma dinámica, podemos concluir con total
seguridad, como hace Kliman, que El capital de Marx no adolece
absolutamente de nada. Su incoherencia es, por ende, un mito de la ideología
dominante.
La Interpretación de Sistema
Único Temporal logra, por tanto, demostrar que el plustrabajo es la única
fuente de plusvalor y, en consecuencia, que el valor no es redundante; explica
coherentemente, reproduciendo la metodología y el procedimiento de Marx, cómo
los incrementos graduales en la composición orgánica que ahorran trabajo vivo
generan una tendencia a la baja en la tasa de ganancia y ha disipado cualquier
artificio creado en torno al mal llamado «problema de la transformación».
Reivindicando El capital de
Marx es,
en resumen, un arma formidable para defender las teorías económicas de Marx y
desprenderlas del sambenito que artificiosamente se le ha
colocado. Disponer de una traducción al español después de casi 14 años desde
su publicación original, es sin duda una buena oportunidad para la clase obrera
hispanohablante.
Alfonso Fernández
Bustos. Estudiante de Sociología. Universidad
Nacional de Educación a Distancia
Arrizabalo, Xabier. 2016
segunda edición. Capitalismo y Economía Mundial. Instituto
marxista de economía.
Bortkiewicz, Ladislaus. 1971.
La teoría económica de Marx. Giulio Einaudi Editore.
Carcanholo, Reinaldo. 2013.
La Ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia.
Freeman, Alan. 1996. Price, Value and Profit –
a continuous, general, treatment. En Freeman y Carchedi (eds.).
Hdez. Solorza, Sebastian y
Deytha Mon, Alan. 2015. Parte I. Determinación del Valor.
Kliman, Andrew. 2020. Reivindicando
El capital de Marx. Una refutación al mito de su incoherencia. El
Viejo Topo.
Marx, Karl. 2011. El
capital. Akal
Nieto, Maxi. 2015. Cómo
funciona la economía capitalista: una introducción a la teoría del
valor-trabajo de Marx. Escolar y Mayo.
Roberts, Michael. 2017. La
Larga Depresión. El Viejo Topo.
Roberts, Michael. thenextrecession.wordpress.com. Blog
Personal.
Sweezy, Paul. 1945. Teoría
del desarrollo capitalista. Fondo de Cultura Económica.
https://marxismocritico.com/2020/08/17/resena-de-reivindicando/#more-13163
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